miércoles, 8 de abril de 2015

PUJANZA: Vinos riojanos con personalidad y elegancia

Hace unos días, antes de la Semana Santa, me fui de fin de semana a La Rioja. Esta vez -aunque no necesito excusas para ir- fue a petición de mi hermana María. Le encanta esa tierra y turistear por los pueblos. Ella no bebe pero le encanta visitar bodegas y salir de pintxos (eso sí: "4 vinos y 1 pepsi light, por favor!")  ^_^ 

Esta vez fuimos con amigos y nos quedamos a dormir en la bodega de uno de ellos, Bodegas Urbina. Esta bodega de Cuzcurrita del Río Tirón y la familia de grandes enólogos que la forma merecen un post en exclusiva, así que postpongo dar más detalles para otra ocasión. 


Carretera entre viñedos.

En esta ocasión quiero centrarme en otra bodega que descubrimos esos días. Sus vinos ya los conocía, pero la bodega no. Así que aquel sábado, tras una noche de sobremesa eterna en la que acabaron muchas botellas de vino vacías, madrugamos y pusimos rumbo a Laguardia (Álava) para visitar Bodegas y Viñedos Pujanza

Tanto Carlos San Pedro -propietario y director técnico- como Roberto, se portaron genial con nosotros. Nos hicieron la ruta típica por el viñedo y por la bodega, explicándonos hasta lo más tonto o importante que les preguntábamos. Y de la cata ni hablo... Una maravilla.

            

La aventura de esta bodega comenzó en el año 1998 -elaborando la primera añada de Pujanza-, aunque no fue hasta 2001 cuando se realizó la primera vendimia en la propia bodega. 

Rodeando la bodega se encuentran las 40 hectáreas de viñedo propio, todas de la variedad tempranillo, a excepción de una pequeña viña de la variedad viura (con la que elaboran su preciado "Añadas Frías"). Siguen la filosofía de que el vino nace y se debe a la viña, por eso dedican tiempo y esfuerzos en mimarla.

           

Todos los vinos fermentan en depósitos de inox de 15.000 litros, salvo el tinto "Pujanza Cisma" que se elabora en un depósito de 1.700 kg con las paredes revestidas de roble, y el blanco "Añadas Frías" que lo hace en dos barricas de 225 y 500 litros. La bodega es muy funcional, todo de fácil manejo y con los depósitos más equipados que he visto en mucho tiempo. Todo controlable, porque sus vinos se hacen con mimo.

En cuanto a la sala de barricas -mi parte favorita de toda bodega- posee barricas de roble francés exclusivamente, pero de muchas tonelerías diferentes ya que no paran de experimentar para llegar a esa complejidad perfecta (pero, ¿aún más? ^_^ ).

         

Y aunque la sala de barricas me encanta siempre, por sus aromas y su calidez, esta vez dudé. En Bodegas y Viñedos Pujanza tienen una torre-mirador con una salita de catas desde la que se puede disfrutar de una impresionante vista de 360 grados de los viñedos con la Sierra de Cantabria al fondo.


Catamos tres de sus vinos: Hado 2012, Finca Valdepoleo 2011 y Norte 2011. Me gustaron todos, a cada cual más. Pero me enamoré de Norte 2011. Sólo nos faltó el blanco Añadas Frías y el Cisma 2009. Pero de este último nos regaló una botella para disfrutarla tranquilamente, y ¡vaya si lo hice!, espectacular.


Recomiendo a todo el que pueda, ir a conocer esta bodega y sus vinos. Vinos con personalidad, muy vivos y elegantes. Vinos que cuando los pruebas, ya nunca te olvidas de ellos.


                   

Y para terminar un par de fotitos del grupo. Fue un gran finde, con grandes amigos, grandes bodegas y grandes vinos. Repetiremos pronto  ^_^ 

[Nota: Gracias a Ángel por hacer de fotógrafo profesional en esta aventura.]